En el ámbito de la construcción, las aportaciones tecnológicas han impulsado un avance y renovación sin paragón con ninguna otra época. En concreto, el uso de determinadas herramientas, en este caso la Termografía aplicada al diagnóstico de edificios permite una precisión y rapidez imposible de conseguir con otras técnicas. Desde luego, para los que nos dedicamos a la rehabilitación de edificios y, como consecuencia, para nuestros clientes los beneficios que reporta son incuestionables.

El concepto de Termografía

La Termografía es un sistema de medición pasivo que, sin necesidad de contacto, permite detectar la distribución de la temperatura en la superficie de objetos, espacios o seres vivos. Esta técnica trabaja con unos dispositivos óptico electrónicos, las denominadas cámaras termográficas, responsables de captar la intensidad de las radiaciones infrarrojas que emite un cuerpo y que escapan del espectro electromagnético que percibe el ojo humano. 

Precisamente para visibilizar ese mapa de distintas temperaturas que desprende el objeto analizado, estas cámaras de infrarrojos transforman sus registros en imágenes con las que sí podemos trabajar. La forma de representar la variaciones de calor que emite una superficie es mediante un espectro de colores, en el que cada tono se identifica con una temperatura específica, done el blanco representa la temperatura más alta. 

Es fácil entender la ventaja que supone contar con estas mediciones térmicas en muy distintos ámbitos de conocimiento y entornos profesionales, desde la Medicina hasta las Ciencias Medioambientales. También para tareas mucho más prácticas como la localización de personas desparecidas en desastres naturales o accidentes. Y, sin duda, entre sus aplicaciones más interesantes destaca el uso de la Termografía en el diagnóstico de edificios, aspecto en el que nos detenemos a continuación.

Aplicaciones de la Termografía en el diagnóstico de edificios

Como ya adelantábamos, para el sector de la construcción las cámaras termográficas se han convertido en el instrumento perfecto que nos permite realizar un análisis exacto del estado de un edificio y facilita las revisiones de control de su calidad. Sus aplicaciones en este sentido son casi infinitas porque nos sirve con la misma eficacia para detectar una fuga de agua, evaluar la humedad en las paredes o descubrir los puntos de fuga de la temperatura en una estancia.

La ventajas que aporta la Termografía en el ámbito de la edificación pueden resumirse en estos puntos:

1. No es invasiva, es decir, no hace falta taladrar o derribar un obstáculo para acceder al punto de estudio.
2. Proporciona una imagen bidimensional, lo que permite medir más de un punto simultáneamente.
3. Es una técnica multidisciplinar, no solo recoge patrones términos, si no que detecta otras anomalías.
4. Ofrece resultados inmediatos.

Rehabilitación de edificios con cámaras termográficas

Sin duda, la Termografía es igual de útil en proyectos de construcción de obra nueva, evitando que se produzcan fallos en el diseño o durante las obras. Pero, es en la rehabilitación de edificios dónde la introducción de esta técnica ha supuesto un verdadero antes y después, tanto facilitando nuestro trabajo como en la perfección de los resultados.

Y es que, gracias a la Termografía contamos con una imagen precisa del estado real de la envolvente y los distintos elementos que influyen en el aislamiento térmico de un edificio, estancia a estancia. Las cámaras detectan con exactitud la ubicación de los puentes térmicos por los que se escapa el calor o el frío. Estos datos son especialmente interesantes en este momento, en el que gran parte de las intervenciones en rehabilitación de edificios tienen por objeto mejorar su eficiencia energética.

Otra ventaja de la que queremos hacer eco tiene que ver con la recogida de datos en tiempo real. Este detalle permite que tengamos información de cómo responde el edificio frente a cada factor climático concreto (lluvia, viento, frío o calor intenso…) y diseñar las actuaciones más adecuadas para corregirlos.

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